jueves, 19 de abril de 2012
Bienvenidos
Este es el blog de la materia Redacción Periodística, de Tercer Año de la carrera de Locutor Integral para Radio y Televisión que, con el respaldo del ISER, se dicta en el Instituto de Formación Docente Artística Número 805 de Trelew. Aquí encontrarán contenidos adicionales, avisos vinculados con la materia, y también podrán dejar sus inquietudes para luego canalizarlas en el espacio de las clases.
Introducción a la materia
Este proyecto para la materia Redacción,
correspondiente al tercer año de la carrera de Locutor Integral para Radio y
Televisión parte de la base de que, aún con las particularidades que presenta
cada medio de comunicación, todo producto que allí se desarrolla tiene como
sustento ineludible el soporte escrito.
En este sentido, la redacción no es una
práctica exclusiva de los periodistas que se desempeñan en los medios gráficos,
sino que todo profesional de los medios de comunicación debe incluirla entre
sus competencias y habilidades.
Si algo une al periodismo gráfico, al
radial y al televisivo, más allá de las diferencias entre soportes y formatos,
es la necesidad de construir la noticia. Esta construcción tiene siempre una
materia prima: el acontecimiento. Sin embargo, aún cuando los informativos de radio
y televisión se suelen alimentar de las noticias que aparecen en los medios
gráficos, es imprescindible la adaptación de la misma al lenguaje específico de
cada medio de comunicación.
Si bien el locutor es, en teoría, aquel que
solo presenta las noticias, en la práctica la tarea de la construcción del
acontecimiento o la adaptación de una noticia a un lenguaje determinado no
pueden quedar libradas solamente a la tarea de un periodista. Es que, así como al
periodismo, sea cual sea el formato, lo une siempre la necesidad de
construcción de la noticia, la radio y la televisión tienen como común
denominador la inmediatez. Así, muy a menudo, cuando el acontecimiento necesita
convertirse en noticia, no puede esperar. Y es en ese momento en el que el
locutor debe contar con las competencias y los conocimientos necesarios para
convertir el acontecimiento en noticia y transmitirla respetando las reglas y
especificidades del medio en el que se desempeña.
De manera adicional, la tarea del locutor
suele exceder la presentación de las noticias e incluye, a menudo, la
conducción de programas en los que el aspecto informativo se encuentra presente
pero no es exclusivo. Es el caso de los magazines o programas de interés
general en los que el locutor tiene una función similar a la del periodista.
Por ello resulta necesario que los locutores cuenten con elementos para
desempeñarse de manera satisfactoria en distintos terrenos, como por ejemplo la
entrevista periodística.
Es en este sentido, también, que la
formación del locutor debe, necesariamente, incluir parámetros teóricos que
permitan optimizar la práctica e interiorizar conocimientos que los preparen de
manera integral para su futuro desempeño como profesional de los medios de
comunicación.
Mariano Moreno (1778 - 1811)
Autor: Felipe Pigna
Mariano Moreno nació en Buenos Aires el 23 de septiembre de
1778. Su padre, Manuel Moreno y Argumosa, nacido en Santander, era funcionario
de la Tesorería de las Cajas Rurales. Su madre, Ana María Valle, era una de las
pocas mujeres en Buenos Aires que sabía leer y escribir, y Moreno aprendió con
ella sus primeras letras. El de los Moreno era un típico hogar de funcionario
de mediana jerarquía, con casa propia y varios esclavos, en los Altos de San
Telmo, a prudente distancia del aristocrático barrio del Fuerte. Su aprendizaje
posterior estuvo limitado por las escasas posibilidades económicas de su
familia: la escuela del Rey y el Colegio de San Carlos, que sólo se lo admitió
como oyente. Fray Cayetano Rodríguez, uno de los maestros de Moreno, le abrió
la biblioteca de su convento. Su aspiración de seguir estudios en la
Universidad de Chuquisaca se vio postergada hasta que su padre pudo reunir el
dinero necesario. Finalmente, en noviembre de 1799, Moreno emprendió la
travesía hacia el Norte. Dos meses y medio de viaje, incluyendo quince días de
enfermedad en Tucumán, fueron el prólogo de la nueva etapa de su vida.
Moreno tenía veintiún años cuando llegó a Chuquisaca. Allí
trabó una profunda amistad con el canónigo Terrazas, hombre de gran cultura que
le facilitó el acceso a su biblioteca y lo incluyó en su círculo de amigos y
discípulos.
Respetando la voluntad de su padre, en 1800 siguió los
cursos de teología en la universidad de Chuquisaca. Un año después se doctoró e
inició los cursos de derecho.
De todos los autores que frecuentó en la biblioteca de
Terrazas, Juan de Solórzano y Pereyra y Victorián de Villalba, le dejaron la
más profunda huella. Solórzano reclamaba, en su Política Indiana, la igualdad
de derechos para los criollos. Villalba, en su Discurso sobre la mita de
Potosí, denunciaba la brutal esclavitud a que se sometía a los indios en las
explotaciones mineras: "En los países de minas no se ve sino la opulencia
de unos pocos con la miseria de infinitos".
También fue en aquella biblioteca donde Moreno tomó contacto
por primera vez con los grandes pensadores del "siglo de las luces".
Quedó particularmente impresionado por Rousseau y su estilo directo y
contundente: "El hombre es libre, pero en todas partes se halla encadenado",
decía el autor de El contrato social.
En 1802, Moreno visitó Potosí y quedó profundamente
conmovido por el grado de explotación y miseria al que eran sometidos los
indígenas en las minas. De regreso a Chuquisaca, escribió su Disertación
jurídica sobre el servicio personal de los indios, donde decía entre otras
cosas: "Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombres
que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza
enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las
opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas".
En 1804, Moreno se enamoró de una joven de Charcas, María
Guadalupe Cuenca. Guadalupe estaba destinada por su madre a ser monja, pero el
amor por Moreno aumentó sus argumentos para negarse a la reclusión del
convento. Se casaron a poco de conocerse y un año después, nació Marianito.
La situación de los Moreno en Chuquisaca se estaba tornando
complicada. Entre 1803 y 1804, Moreno había hecho su práctica jurídica en el
estudio de Agustín Gascón, asumiendo la defensa de varios indios contra los
abusos de sus patrones. En sus alegatos inculpó al intendente de Cochabamba y
al alcalde de Chayanta. Las presiones aumentaron y Moreno decidió regresar a
Buenos Aires con su familia.
A poco de llegar, a mediados de 1805, comenzó a ejercer su
profesión de abogado y fue nombrado Relator de la Audiencia y asesor del
Cabildo de Buenos Aires.
Durante las invasiones inglesas escribió una memoria con los
acontecimientos más destacables. "Yo he visto llorar muchos hombres por la
infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno,
cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar a 1.560
hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás
cuarteles de la ciudad."
Tras las invasiones inglesas, los grupos económicos de
Buenos Aires se fueron dividiendo en dos fracciones bien marcadas y
enfrentadas: los comerciantes monopolistas y los ganaderos exportadores. Los
comerciantes españoles querían mantener el privilegio de ser los únicos
autorizados para introducir y vender los productos extranjeros que llegaban
desde España. Estos productos eran carísimos porque España a su vez se los
compraba a otros países, como Francia e Inglaterra, para después revenderlos en
América. En cambio, los ganaderos querían comerciar directa y libremente con
Inglaterra y otros países que eran los más importantes clientes y proveedores
de esta región. España se había transformado en una cara, ineficiente e
innecesaria intermediaria.
Tras el interinato del Virrey Liniers, ocupó el cargo en
1809 don Baltasar Hidalgo de Cisneros. La situación del virreinato era
complicada. El comercio estaba paralizado por la guerra entre España y
Napoleón, que provocaba una enorme disminución de las rentas aduaneras de
Buenos Aires, principal fuente de recursos.
Ante la desesperante escasez de recursos, el nuevo virrey
tomó una medida extrema, aun contra la oposición del consulado: aprobó un
reglamento provisorio de libre comercio que ponía fin a siglos de monopolio
español y autorizaba el comercio con los ingleses. Los comerciantes
monopolistas españoles se opusieron y lograron que el apoderado del Consulado
de Cádiz, Fernández de Agüero, enviara una nota de protesta al virrey, en la que
alertaba sobre los peligros "económicos y religiosos" que implicaba
el comercio directo con los ingleses. Moreno escribió entonces su célebre
Representación de los hacendados. Allí defiende la libertad de comercio:
"Nada es hoy tan provechoso para la España como afirmar por todos los
vínculos posibles la estrecha unión y alianza con la Inglaterra. Esta nación
generosa que, conteniendo de un golpe el furor de la guerra, franqueó a nuestra
metrópoli auxilios y socorros, es acreedora por los títulos más fuertes a que
no se separe de nuestras especulaciones el bien de sus vasallos (...)
Acreditamos ser mejores españoles cuando nos complacemos de contribuir por
relaciones mercantiles a la estrecha unión de una nación generosa y opulenta,
cuyos socorros son absolutamente necesarios para la independencia de
España".
Un memorandum del Foreign Office de 1809 decía: "Sea
que sigan dependiendo de España o que formen gobiernos independientes, lo
cierto es que los sudamericanos, en este momento, abren sus brazos a Inglaterra:
es indiferente en qué forma buscan nuestra ayuda, siempre que el incremento de
los negocios y el nuevo mercado que nos ofrecen para la venta de nuestras
manufacturas compense nuestra protección".
La redacción de este documento acercó a Moreno a los
sectores revolucionarios, que venían formándose desde las invasiones inglesas,
y de los que se había mantenido a una prudente distancia. Tal vez por eso lo
haya sorprendido el nombramiento como secretario de la Primera Junta de
Gobierno, según cuenta su hermano Manuel.
Moreno no fue protagonista de la Semana de Mayo. No se lo
escuchó como a Castelli en el famoso Cabildo del 22, ni anduvo por la plaza con
los chisperos de French y Beruti. Su protagonismo comenzó el 25 de mayo de
1810, al asumir las Secretarías de Guerra y Gobierno de la Primera Junta. Desde
allí desplegará toda su actividad revolucionaria. Bajo su impulso, la Junta
produjo la apertura de varios puertos al comercio exterior, redujo los derechos
de exportación y redactó un reglamento de comercio, medidas con las que
pretendió mejorar la situación económica y la recaudación fiscal. Creó la
biblioteca pública y el órgano oficial del gobierno revolucionario, La Gazeta,
dirigida por el propio Moreno, que decía en uno de sus primeros números: "El
pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que
nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las naciones extranjeras, no por
riquezas, que excitarán su codicia; no por el número de tropas, que en muchos
años no podrán igualar las de Europa; lo seremos solamente cuando renazcan en
nosotros las virtudes de un pueblo sobrio y laborioso".
Por una circular del 27 de mayo de 1810, la Junta invitaba a
las provincias interiores a enviar diputados para integrarse a un Congreso General
Constituyente. En Buenos Aires, el ex virrey Cisneros y los miembros de la
Audiencia trataron de huir a Montevideo y unirse a Elío (que no acataba la
autoridad de Buenos Aires y logrará ser nombrado virrey), pero fueron
arrestados y enviados a España en un buque inglés.
En Córdoba se produjo un levantamiento contrarrevolucionario
de ex funcionarios españoles desocupados, encabezado por Santiago de Liniers.
El movimiento fue rápidamente derrotado por las fuerzas patriotas al mando de
Francisco Ortiz de Ocampo. Liniers y sus compañeros fueron detenidos. La Junta
de Buenos Aires ordenó que fueran fusilados, pero Ocampo se negó a cumplir la
orden por haber sido compañero de Liniers durante las invasiones inglesas.
Moreno se indignó: "¿Con qué confianza encargaremos grandes obras a
hombres que se asustan de una ejecución?" Encargó entonces la tarea a Juan
José Castelli, quien cumplió con la sentencia, fusilando a Liniers y sus
cómplices el 26 de agosto de 1810.
En julio de 1810, la Junta había encargado a Moreno la
redacción de un Plan de Operaciones, destinado a unificar los propósitos y
estrategias de la revolución. Moreno presentó el plan a la Junta en agosto, y
le aclaró a su auditorio que no debía "escandalizarse por el sentido de
mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa. Para
conseguir el ideal revolucionario hace falta recurrir a medios muy
radicales".
En el Plan de Operaciones, Moreno propuso promover una
insurrección en la Banda Oriental y el Sur del Brasil, seguir fingiendo lealtad
a Fernando VII para ganar tiempo, y garantizar la neutralidad o el apoyo de
Inglaterra y Portugal, expropiar las riquezas de los españoles y destinar esos
fondos a crear ingenios y fábricas, y fortalecer la navegación. Recomendaba
seguir "la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos" para
lograr el objetivo final: la independencia absoluta.
A poco de asumir el nuevo gobierno, se habían evidenciado
las diferencias entre el presidente, Saavedra, y el secretario Moreno.
Moreno encarnaba el ideario de los sectores que propiciaban
algo más que un cambio administrativo. Se proponían cambios económicos y
sociales más profundos. Pensaba que la revolución debía controlarse desde
Buenos Aires, porque el interior seguía en manos de los sectores más
conservadores vinculados al poder anterior.
"El gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en
la oscuridad y abatimiento, pero como la naturaleza nos ha criado para grandes
cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el terreno de tanto mandón
ignorante."
Saavedra, en cambio, representaba a los sectores
conservadores a favor del mantenimiento de la situación social anterior.
Un episodio complicó aun más la relación entre ambos. El 5
de diciembre de 1810, hubo una fiesta en el Regimiento de Patricios, para
celebrar la victoria de Suipacha. Uno de los asistentes, el capitán de Húsares
Atanasio Duarte, que había tomado algunas copas de más, propuso un brindis
"por el primer rey y emperador de América, Don Cornelio Saavedra" y
le ofreció a doña Saturnina, la esposa de Saavedra, una corona de azúcar que
adornaba una torta.
Al enterarse del episodio, el secretario Moreno decretó el
inmediato destierro de Atanasio Duarte, diciendo que "...un habitante de
Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de
su país"; prohibió todo brindis o aclamación pública a favor de cualquier
funcionario y suprimió todos los honores especiales de que gozaba el Presidente
de la Junta. La pelea entre Moreno y Saavedra estaba desatada.
Moreno, preocupado por los sentimientos conservadores que
predominaban en el interior, entendió que la influencia de los diputados que
comenzaban a llegar sería negativa para el desarrollo de la revolución. A
partir de una maniobra de Saavedra, estos diputados se fueron incorporando al Ejecutivo,
y no al prometido Congreso Constituyente. Moreno se opuso y pidió que se
respetara la disposición del 27. Pero estaba en minoría y sólo recibió el apoyo
de Paso.
Cornelio Saavedra, moderado y conciliador con las ex
autoridades coloniales, había logrado imponerse sobre Mariano Moreno. Para
desembarazarse de él lo envió a Europa con una misión relacionada con la compra
de armamento. Moreno aceptó, quizás con la intención de dar tiempo a sus
partidarios para revertir la situación, y quizás también para salvar su vida.
Saavedra dio su versión de los hechos en una carta dirigida a Chiclana el 15 de
enero de 1811: "Me llamó aparte y me pidió por favor se lo mandase de
diputado a Londres: se lo ofrecí bajo mi palabra; le conseguí todo: se le han asignado
8.000 pesos al año mientras está allí, se le han dado 20.000 pesos para gastos;
se le ha concedido llevar a su hermano y a Guido, tan buenos como él, con dos
años adelantados de sueldos y 500 pesos de sobresueldo, en fin, cuanto me ha
pedido tanto le he servido".
La fragata inglesa Fama soltó amarras el 24 de enero de
1811. A poco de partir Moreno, que nunca había gozado de buena salud, se sintió
enfermo y le comentó a sus acompañantes: "Algo funesto se anuncia en mi
viaje...". Las presunciones de Moreno no eran infundadas. Resulta
altamente sospechoso que el gobierno porteño hubiera firmado contrato con un
tal Mr. Curtís el 9 de febrero, es decir, quince días después de la partida del
ex secretario de la Junta de Mayo, adjudicándole una misión idéntica a la de
Moreno para el equipamiento del incipiente ejército nacional. El artículo 11 de
este documento aclara "que si el señor doctor don Mariano Moreno hubiere
fallecido, o por algún accidente imprevisto no se hallare en Inglaterra, deberá
entenderse Mr. Curtís con don Aniceto Padilla en los mismos términos que lo
habría hecho el doctor Moreno".
Al poco tiempo de partir Moreno hacia su destino londinense,
Guadalupe, que había recibido en una encomienda anónima un abanico de luto, un
velo y un par de guantes negros, comenzó a escribirle decenas de cartas a su
esposo. En una de ellas le decía: "Moreno, si no te perjudicas, procura
venirte lo más pronto que puedas o hacerme llevar porque sin vos no puedo
vivir. No tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin
tener tu mujer y tu hijo que te consuelen; ¿o quizás ya habrás encontrado
alguna inglesa que ocupe mi lugar? No hagas eso Moreno, cuando te tiente alguna
inglesa acuérdate que tienes una mujer fiel a quien ofendes después de Dios".
La carta estaba fechada el 14 de marzo de 1811, y como las otras, nunca llegó a
destino. Mariano Moreno había muerto hacía diez días, tras ingerir una
sospechosa medicina suministrada por el capitán del barco. Su cuerpo fue
arrojado al mar envuelto en una bandera inglesa. Guadalupe le siguió
escribiendo sus fogosas cartas. Se enteró de la trágica noticia varios meses
después, cuando Saavedra lanzó su célebre frase: "Hacía falta tanta agua
para apagar tanto fuego". Los boticarios de la época solían describir los
síntomas producidos por la ingesta de arsénico como a un fuego que quema las
entrañas.
Evaluación y acreditación
Este espacio curricular tiene carácter de promocional. Para
aprobarlo los alumnos deberán cumplimentar:
- 75
por ciento de asistencia (26 clases en total, hasta seis ausencias en el año).
- 75 por
ciento de los trabajos prácticos aprobados (grupales o individuales).
-
Aprobación de dos parciales (o de sus respectivos recuperatorios) con un mínimo
de 7 (seis) puntos cada uno. Los parciales se realizarán el 16 de junio (con su
recuperatorio el 30 de junio) y el 3 de noviembre (con su recuperatorio el 17
de noviembre) de 2012.
-
Aprobación de un trabajo práctico final cuya consigna y plazo se informarán a
los alumnos al comienzo del segundo cuatrimestre.
Aquellos alumnos que tengan como calificación entre 4 (cuatro) y
7 (seis) puntos luego de la realización de los parciales -o de sus respectivos
recuperatorios- y del trabajo práctico final podrán acceder a la mesa de examen
final.
Por otra parte, también se tendrán en cuenta para la evaluación
la participación en las clases y la dedicación puesta de manifiesto por los
alumnos.
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